16.11.08

Sigur Rós en Madrid (12-11-2008)

Un concierto de Sigur Rós siempre es un acontecimiento a pesar de las diversas circunstancias que pueden ponérsele a uno en contra. La noche del miércoles fue, como otras veces, un espectáculo emocionante, musicalmente espectacular a pesar de que esta vez prescindieran de las cuerdas de Amina y de que, probablemente debido a esa circunstancia, se echaran de menos algunos temas clásicos. Pero también gracias a la ausencia de la islandesas pudimos escuchar muchos temas vistos desde una perspectiva un poco diferente, más contundentes el bajo y la batería, aún más protagonista la voz tan peculiar de Jonsi. Probablemente fue de los conciertos más optimistas de este grupo, en consonancia con los nuevos sonidos de su último disco.
Fueron casi hora y tres cuartos de unos Sigur Rós más sencillos y directos de lo acostumbrado pero tan sugerentes como siempre. De los pocos conciertos en los que el hecho de no poder casi ver el escenario porque la gente que tienes delante tomó más Cola-Cao que tú en su infancia tiene una importancia menor porque con escuchar es suficiente.
Hay pocos puntos negativos, quizás que en algunos momentos la contundencia de la sección rítmica se comía los detalles de los pianos, como en "Inni mer syngur vitleysingur". Eso en el apartado musical porque en el apartado ambiental hay unos cuantos más. La Riviera no es el escenario ideal para ningún concierto pero para un grupo que se apoya muchas veces en el contraste entre los fragmentos más sutiles y los más intensos de sus temas puede ser un handicap importante. A pesar de esto, e imaginamos que gracias al trabajo de sus técnicos, el sonido fue más que aceptable para lo habitual en esa sala. Probablemente más serio y lamentable es el ambiente cargado, el sonido constante de las barras y las voces, los gritos y comentarios de la gente.
Seamos sinceros, si algo desconcierta, por absurdo, es la gente que se gasta una pasta en un concierto como este para pasarse el rato hablando de estupideces con el tipo que tiene al lado y, de paso, molestando a los que alrededor suyo intentan escuchar la música. Y aún más triste es escuchar los gritos ridículos de algunos idiotas que aprovechan los momentos del concierto que piden a gritos un poco de silencio para soltar alguna incoherencia a todo volumen. Imagino que esa gente encuentra es esos momentos su única posibilidad de que alguien les preste atención porque, obviamente, por sus capacidades intelectuales y su carisma personal no lo van a conseguir nunca.
Camino de casa pude escuchar como un grupo de críos comentaban que había gente que les había mirado mal por estar hablando durante el concierto. Según estas luminarias, si se quiere escuchar un concierto en vez de al vecino para eso están los teatros y no sitios como La Riviera. Es triste comprobar que para algunos la educación y el respeto por los demás no es una característica personal sino algo que impone el sitio en el que uno se encuentre. Así nos luce el pelo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

-¡Jo! no me sale bien la foto
-quítale el flash
-¿Cómo le voy a quitar el flash?
-Que sí, que si se lo quitas saldrá mejor la foto.
-Pero...
-Ni pero ni hostias. Cállate ya zorra o la luz del flash sea lo último que veas
-No te indignes
-Indignada tiene que estar tu puta madre por parir un engendro como tú.